Buenos días / Tardes / Noches. Es indiferente; ya no sabemos
ni la hora ni en el día que vivimos en este confinamiento. Hace poco regresó a
mi mente una idea que comencé a esbozar hace algún tiempo: la de explicar ‘el
dolor’, paso a paso y a través de un cuento en el que no me extienda demasiado.
Estos días son propicios para informarnos acerca de la neurofisiología del
dolor y entender un poco más las bases.
Voy a realizar varios capítulos para que podamos entender
paso a paso cómo es el proceso del dolor y las implicaciones que tienen
distintas partes de nuestro organismo, los factores psicosociales y el entorno
en el que nos movemos. ¡Allá vamos! Espero que les sea de utilidad, y al menos,
se puedan entretener un poco más en estos días de “encerrona”.
Alejandro es un niño de 8 años, con una buena forma
física; sus tardes las dedica a la práctica de varios deportes: baloncesto, atletismo,
ciclismo… Y en sus fines de semana le gusta ir al río de su pueblo de aventuras
con sus amigos. Durante éstas se dedican a escalar, a tirar piedras, a subir a
arboles e inventar juegos cuantos menos arriesgados.
Fuente: www.pinterest.es |
El padre de Alejandro se dedica a la construcción y la madre
trabaja en una cadena de envasado de frutos. Ambos pasan muchas horas realizando
trabajo físico y además sus fines de semana los pasan en la montaña realizando
senderismo con su hijo o en la playa en la época estival. Es una familia
bastante activa y dedica bastante tiempo a que su hijo aprenda a divertirse con
juegos al aire libre.
Raúl es un niño de 9 Años, que vive en el centro de
Madrid. No le gusta realizar deporte y sus tardes las pasa en clases de inglés
y de matemáticas. Cuando llega a casa le gusta pasar horas jugando al ‘Fornite’
(un tipo de videojuego) e invierte su tiempo libre disputando partidas ‘online’
entre amigos; rara vez, sale a pasear al parque por la tarde, aunque lo que más
le gusta es pasar las horas sentado junto a su consola.
Fuente: La Nación (Costa rica) |
Los padres de Raúl pasan mucho tiempo fuera de casa debido a
sus trabajos. El padre es comercial de una empresa de telefonía y su madre trabaja
en una tienda en el centro de Madrid. Ambos dedican sus fines de semana a comer
con sus amigos y su familia y los sábados por la noche hacen maratón de cine
hasta altas horas de la madrugada.
Alejandro, en uno de sus fines de semana haciendo
carreras con sus amigos, se “dobla” su tobillo derecho y cae al suelo. Sigue
jugando, aunque nota una sensación de dolor leve, pero lo más importante es ganar
su carrera y conseguir ser el mejor de sus amigos. Cuando llega a casa
Alejandro nota que su tobillo derecho está un poco inflamado, siente un poco
más de dolor que cuando se lo hizo y le dificulta un poco al andar, pero aun así
sigue haciendo sus actividades normales cómo si nada hubiese ocurrido.
Por la noche cuando sus padres llegan a casa, Alejandro le
cuenta a su madre el episodio de su “torcedura”. Su madre inspecciona el
tobillo y puede comprobar que existe una ligera inflamación, nada preocupante
bajo su criterio ya que ella ha sufrido varios esguinces en sus excursiones a
la montaña y sabe que pronto se recuperará; sólo necesita modificar un poco sus
actividades y poner un poco de hielo para bajar su inflamación.
Aun así, consultan con un fisioterapeuta (amigo de su padre),
que le ve al día siguiente. Este confirma el diagnóstico de esguince y le
enseña algunos ejercicios para su recuperación. De esta forma, Alejandro sigue
los consejos del fisio y su madre y sigue haciendo sus actividades, con
precaución de no volver a “doblar su pie”. Cuando juega al fútbol adapta su
posición y se pone de portero, no practica baloncesto durante una semana y por
las tardes practica un poco de ciclismo con su padre cuando llega a casa. A la semana,
Alejandro puede andar perfectamente sin molestias, puede hacer vida normal y
está cómo siempre, más feliz que una perdiz.
Vamos con Raulito:
En una de sus pocas salidas al parque, Raúl tiene la mala
suerte de pisar una piedra, doblarse su tobillo izquierdo y caer al suelo -todo
ello le ocurre mientras miraba su móvil jugando al ‘Candy Crush’ ¿Se sigue
llevando?-. Raúl comienza a sentir un dolor leve, se levanta y continúa andando,
pero la dolencia es cada vez mayor. Por tanto, decide volver a casa y contarle
a su madre qué ha pasado, ella le inspecciona el tobillo y al ver la
inflamación se montan en el coche y deciden acudir a Urgencias.
Durante el camino, la madre de Raúl muestra una actitud un
tanto preocupada por el estado de su hijo; cuando Raúl ve la cara de su madre
siente aún más dolor en su tobillo y ya cuando llegan a la puerta de Urgencias,
su dolor es insoportable. Una vez llega su turno, el profesional que le explora
le evalúa y prescribe el Famoso ‘Dalsy’ y una escayola durante una semana; su
diagnóstico es un esguince grado I, pero “por si acaso” le escayolaremos.
Raúl pasa una semana con su tobillo escayolado y en casa,
sólo sale para ir al colegio con la ayuda de sus muletas. Por las tardes su
abuela acude a casa y le cuida. Él, tras hacer sus deberes, pasa la tarde
jugando al ‘Fifa’, para no aburrirse y eso…
Tras una semana, Raúl vuelve a su médico para que le quite
la escayola y tras retirarla, continua con un leve hematoma en la cara externa
de su tobillo, hecho que preocupa a su madre y que a Raúl no le da mucha
confianza. Cuando comienza a andar, el niño sigue teniendo dolor en el apoyo de
su pie y sigue con una leve “cojera” durante su apoyo.
Su médico le prescribe entonces una tobillera, seguir con su
medicación y esperar una semana más. La madre de Raúl se muestra preocupada ya
que hace años, ella padeció un episodio de dolor similar, que duró casi dos
meses -lo que ella llamaba un esguince mal curado-.
Al día siguiente, la madre de Raúl le lleva a un prestigioso
profesional - ¿Médico? ¿Fisio? ¿Osteópata? ¿Quiropráctico? - al que ella acudió
y le ayudó mucho en el alivio de su dolor tras siete u ocho sesiones de
tratamiento. Este profesional evalúa a Raúl haciendo dos maniobras bastante complejas
y su veredicto es que “tiene un hueso desencajado”. Este hecho hace que su
madre se preocupe aún más y Raúl empiece a tener un poco de miedo - normal, a
nadie le gusta recibir una noticia así, un hueso desencajado… ¡Puf! -.
Este señor realiza varias maniobras espectaculares, que
suenan bastante: Crac… crac… Y Raúl siente un gran alivio. Vuelve cinco
sesiones más para recibir el mismo tratamiento en varias semanas y le alivia
bastante, pero continua con un ligero dolor en la zona. Su madre, viendo lo que
ocurre, le prohíbe hacer educación física y juegos en el colegio “por si
acaso”.
Hasta aquí el inicio de esta historia, espero que sirva como
ejemplo desde dos polos totalmente opuestos. Vamos a explicar un poco qué pasa
aquí:
-
En primer lugar, ¿Qué es el dolor? El
dolor es una señal de alarma generada por nuestro sistema nervioso tras la
evaluación de los tejidos (en este caso concreto). Existen dos niveles de
evaluación:
1-
Inconsciente: véase cómo ejemplo el caso
de Alejandro, que cae y nota un dolor ligero, pero sigue corriendo ya que su
objetivo es ganar su carrera.
2-
Consciente: cuando se analiza la
situación, cuando nuestro cerebro pide a nuestros sentidos (vista, oído, tacto,
etc.) que le informen exactamente de lo que ha pasado. El cerebro pide
información para confirmar que ha pasado algo. El claro ejemplo es cuando ambos
llegan a casa y ven su tobillo inflamado, ven la reacción de sus madres y
generan una situación más o menos dolorosa en función de lo que ven, lo que
escuchan y lo que su cerebro procesa.
Nuestro cerebro está continuamente evaluando lo que pasa en nuestro organismo y generando
una respuesta. Claros ejemplos de ello:
Siempre recibe información del nivel de glucosa
en sangre; cuando baja el nivel, nosotros no somos conscientes (evaluación
inconsciente), aunque posteriormente nuestro cerebro nos informa con la señal
de ¡tengo hambre! (somos conscientes) y empezamos a dar vueltas a la cocina
para ver qué podemos comer (respuesta).
Ocurre lo mismo con el nivel de llenado de
nuestra vejiga. Cuando está totalmente repleta, el cerebro nos informa de que
esta se ha llenado y que debemos ir al baño; por lo tanto, nos levantamos de
nuestra silla y vamos, si es que no tenemos nada más importante que hacer en
ese mismo instante. Ya veremos en otro capítulo, otras opciones que podemos
llevar a cabo.
En el caso del dolor ocurre exactamente lo
mismo: en ambos casos ocurre una evaluación inconsciente en la que se genera el
dolor, pero cuando realmente son conscientes del dolor es cuando el cerebro
confirma mediante los sentidos lo que ha pasado -lo explicaremos con más
detalle- y cómo comprobamos, en ambos casos se produce una respuesta diferente.
-
La respuesta ante el dolor: existe un
amplio espectro de cómo respondemos ante el dolor. Si vemos los dos casos
anteriores, la respuesta de Raúl es bastante más notable que la de Alejandro.
¿Por qué ocurre esto? Genéticamente hay gente que tiene capacidad de sentir
menos dolor, pero también tiene una alta influencia el ambiente en el que nos
educan y el entrenamiento de nuestro sistema inhibitorio.
- En el caso de Alejandro, su madre no le presta prácticamente importancia al esguince de tobillo, las experiencias previas de su madre le llevan a ello. Esto hace que Alejandro se preocupe menos y la respuesta ante el dolor sea menor.
- En el caso de Raúl, ocurre todo lo contrario. Su madre se preocupa bastante, le lleva al médico, lo que supone una larga espera, ver cómo cada vez es tobillo está más inflamado y cada vez aumenta más la preocupación, por lo que Raúl responde de una forma diferente ante el dolor.
La actitud hiperprotectora de su madre,
también hace que vaya con más cuidado y vigilando su tobillo, este hecho
también es un agravante de su dolor, ya que su cerebro está constantemente
evaluando la situación mediante sus sentidos:
- A través de la vista: mirando su tobillo constantemente.
- A través del tacto: constantemente tocando para ver si el dolor mejora.
- A través del movimiento: Moviendo su tobillo y testando sus síntomas.
- A través de experiencias previas, de las que hablaremos en otros capítulos.
Probablemente, todos conozcamos ejemplos de ambos casos. Cada
persona responde al dolor de una manera y depende de varios factores entre los
que hemos explicados la influencia de factores externos: el contexto en el que
se mueve el paciente y la carga genética. En el siguiente episodio hablaremos
de la influencia del sistema Inhibitorio y la importancia de las experiencias
previas en el dolor. Hasta aquí este extenso capítulo de hoy, seguiremos con esta
historia, tenemos que verlos a ambos crecer, sufrir, reír, llorar y alguna aventurilla
más…
Un abrazo y que les sea leve este “encierro”.
Hola.Una historia muy interesante.Y para reflexionar.Yo llevo un tiempo investigando en el tema del dolor leyendo a Arturo Goicoechea y otros en la misma linea y he logrado avances por ej.con la MIGRAÑA. Así q seguiré leyendo nuevas historias de nuestros personajes
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