"Tengo la espalda rota" o cómo hacer que persista el dolor de una persona.

Hace una semana acudía una paciente a consulta con un diagnóstico de fractura vertebral. Dicha paciente tenia ochenta y dos años de edad y múltiples patologías de base así como distintos episodios de dolor lumbar a lo largo de su vida.

Al entrar a consulta y pedirle que se sentara, era evidente que no movía su espalda. Cuando iniciamos la entrevista clínica, comprobamos que la fractura había ocurrido hace más de un año y que desde entonces había cambiado la forma de moverse evitando flexionar su columna por miedo a las posibles consecuencias.

Cuando le pregunté por qué no movía su espalda, su respuesta fue: "La tengo partida, puede ser mucho peor si la muevo y se parte más"  A medida que le iba realizando preguntas, recalcaba: "Me han dicho que la tengo partida y que tenga mucho cuidado con lo que hago". 

Durante la exploración, sus movimientos eran en forma de bloque, no flexionaba su columna, no llevaba a cabo los movimientos de flexión en las distintas posiciones de exploración. Sus familiares la vestían y ponían sus zapatos todas las mañanas. 

Había dejado de realizar actividades sociales como hacer deporte en grupo -al que antes acudía dos veces en semana- y salir con sus amigas a merendar a causa de su dolor de espalda. 

Tras ver su radiografía, la fractura estaba totalmente consolidada -Su hueso se encontraba en fase madurativa, el peligro ya había pasado- pero nadie le había explicado esto. Bastó con poner el ejemplo de cualquier otro tipo de fractura que a las semanas de inmovilizar el hueso dónde se ha producido, presenta un buen callo óseo y sólo necesitará tiempo para que el hueso termine de remodelarse y madurar. 

Este es un ejemplo de los muchos que vemos en consulta como consecuencia de una mala explicación o un mal uso de las palabras. En muchas ocasiones, parecemos olvidar que hablamos a personas sin conocimientos sobre anatomía o patología médica. 

Explicamos radiografías o resonancias suponiendo que el paciente es capaz de interpretarlas perfectamente -A veces ni los propios sanitarios sabemos interpretar con certeza determinadas pruebas de imagen-. 

Lo que decimos tiene una repercusión en las creencias y las conductas de nuestros pacientes. Debemos ser cuidadosos y hacer que nuestros pacientes entiendan qué les ocurre sin usar terminología que pueda llevar a confusión. 

Si nuestros pacientes no entienden qué les ocurre, correremos el riesgo de ser un problema en el viaje hacia su recuperación más que una solución. Parece una tarea sencilla, pero es un reto saber adaptar el lenguaje para una correcta comprensión. Personalmente creo que este es el principal objetivo en nuestras intervenciones y que si conseguimos que una persona comprenda qué le ocurre, tendremos mayor probabilidad de éxito en nuestro tratamiento.

¿Tiene usted alguna duda?., ¿Lo ha entendido todo?. No se me ocurre una mejor manera de acabar un post o una consulta.

¡Hasta pronto!

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